viernes, 30 de marzo de 2018

LA TERCERA ES LA VENCIDA

     MARZO 2018

     Hace poco pude cumplir una meta que me había trazado hace algunos años. Si bien es cierto no es gran cosa pero para mí llegó a serlo, sobre todo luego de haber tenido la experiencia de un accidente que casi me cuesta la vida y del cual, obviamente quedé con algunas secuelas de por vida. 
Comenzando la el Trekking por la mañana. 
Al Fondo se ve el Llivi Llivi y su cima

     Ya antes de aquel episodio había hecho el intento de conocer el cerro que deseaba escalar, y aunque lo inicié solamente  como una aventura personal y completamente solo, ya en aquel momento me di cuenta que era factible, pero debía hacerlo al menos con un acompañante.
El ascenso y mirando con binoculares hacia la meta, 
el compañero Camilo Fernández.

     Ya en la segunda oportunidad tuve un compañero, cuya motivación era aun más profunda y venía de más atrás, según dijo, la poseía desde hace cuarenta años. Para mí era la segunda excursión, para él la primera, dado la falta de equipo y de tiempo, esta incursión también resultó infructuosa, pero, ya en frío, y luego de evaluar la iniciativa, nos dimos maña para programar una siguiente aventura, la que se pudo realizar 16 meses después.
El campamento base, armado para pasar la noche y 
reponer energías a unos 1500 mts. de la cima

     Logramos llegar a la cumbre tal cual había sido programado, no sin falta de problemas, pero todos ya considerados. Lo glamoroso de alcanzar la meta, el hacer cumbre, fotos la alegría, es notoriamente contrastante con la otra parte, bajar del cerro, ya las fuerzas físicas son mucho menores, al igual que la cantidad de agua que se posee. 
La meseta de la cumbre, en imágenes.

     Se podría decir que uno piensa muchas veces más en ir y alcanzar la meta, pero minimiza la parte en que debe volver de aquella cima. cuando ya las fuerzas del cuerpo le pasa la cuenta a la mente y la fatiga excesiva hace que muchas decisiones que se tomen sean en ocasiones peligrosas o simplemente fallidas.
El cordón montañoso desde la cima

     Entre las acciones fallidas la que me sacó de concentración, claramente fue haber botado el agua. Había planificado al detalle toda la actividad, incluyendo el uso del agua para beber, eran dos días y el agua a cargar para la vuelta estaba presente, cuando comencé a trasvasijar el elemento a la cantimplora, y haberlo hecho de buena forma, sin derramar una sola gota, era el último suministro y aún restaba unas 4 ó 5 horas de caminata, en un movimiento errático derramé lo que había recientemente guardado por no haber cerrado adecuadamente la cantimplora. Una exclamación de impotencia surgió en forma espontánea, al momento de llegar a pensar, "quien me manda a hacer esto..."
     Luego del error del agua por exceso de fatiga, no quedaba más que descansar para prevenir cualquier otro error que pudiese ocasionar incluso un accidente. La precaución iba a ser algo totalmente necesario.

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